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Ceiba y Naguabo

recuperando sus tierras

 
 
 

 

 

El Departamento de Defensa de los Estados Unidos expropió sumariamente, a las comunidades de Ceiba y Naguabo y al pueblo de Puerto Rico,  alrededor de 8,600 cuerdas para construir la Estación Naval Roosevelt Roads en la década de 1940.

 

Durante más de seis décadas el pueblo de Ceiba ha sido privado del 41% de su territorio, en el que se encuentran precisamente las tierras más aptas para su desarrollo económico. El Departamento de Defensa también ha controlado prácticamente la totalidad de las costas de este municipio y 1.5 millas cuadradas del territorio del municipio de Naguabo. Esta situación ha contribuido al empobrecimiento de nuestras comunidades.

 

La Ley Núm. 54 de 1941, que propició el traspaso al Departamento de Defensa, de terrenos del pueblo de Puerto Rico, estipula que esas tierras tienen que devolverse tan pronto dejen de ser usadas para propósitos militares. Ni nuestros legisladores ni el gobierno han estado dispuestos a dar continuidad histórica y validez a la Ley 54.

 

Durante más de 60 años la región de Roosevelt Roads, enclavada en los municipios de Ceiba y Naguabo, se ha desarrollado como un área separada de estos pueblos. La instalación está dotada de una infraestructura propia de un país desarrolado: 100 millas de carreteras, un suministro diario de siete millones de galones de agua, cinco tanques de almacenamiento agua, tres plantas de tratamiento de aguas usadas, 1,300 edificaciones y una bahía con un gran potencial para el desarrollo turístico y el comercio marítimo. En el apogeo de la guerra fría llegó a alojar 7,000 soldados y alrededor de 3,000 cónyuges y dependientes.

Tras el cierre de la Estación Naval Roosevelt Roads, Ceiba sólo ha recibido alrededor de 140 cuerdas de terreno para cuyo desarrollo el Departamento de lo Interior de los Estados Unidos ha impuesto severas limitaciones. Lo normal habría sido que el desarrollo de esas tierras estuviera sólo limitado por las leyes vigentes en Puerto Rico.

Creemos firmemente que los municipios de Ceiba y Naguabo, la región este y todo Puerto Rico, pueden beneficiarse de las instalaciones y recursos en la Región de Roosevelt Roads si logran instaurar un plan de desarrollo como el que propone APRODEC. Nuestra organización propone integrar los terrenos a Ceiba y Naguabo, y al resto de la región promoviendo

  ♦ la utilización de fuentes de energía renovable;

  ♦ la integración de Ceiba y Naguabo al plan de desarrollo;

  ♦ la creación de nuevas comunidades de usos e ingresos mixtos y la vivienda de interés

     social;

  ♦ el establecimiento de un centro de investigación científica y desarrollo de nuevas            

     tecnologías;

  ♦ la creación de centros universitarios que promuevan la  investigación y la transferencia

     detecnología.

  ♦ estímulo al comercio que beneficie a los residentes de la región;

  ♦ la creación de una industria liviana para dotar a la región de nuevos empleos;

  ♦ el desarrollo del turismo ecológico de bajo impacto;

  ♦ la protección del libre acceso a las costa y a las playas;

  ♦ la implantación de un sistema intermodal de transporte en masa que dé servicio a los

     pueblos de Ceiba y Naguabo y a los pueblos de la región.

  ♦ el establecimiento de un sistema de transportación marítimo moderno y eficiente hacia

     las islas de Vieques y Culebray

  ♦ el establecimiento de  un sistema de aprovechamiento eficiente de la dotación de agua  

     proveniente del Río  Blanco.

 

Para lograr estos propósitos reclamamos  que los terrenos de la antigua Estación Naval Roosevelt, Roads que están en subasta, sean transferidos a los municipios de Ceiba y Naguabo y que sea  nuestra comunidad la que le imparta dirección al desarrollo de nuestras tierras  de acuerdo con la visión que acabamos de esbozar. No estamos pidiendo nada que no haya sido contemplado por la Ley de Realineamiento y Cierre de Bases Militares, conocida como Ley BRAC

La usurpación de nuestras tierras por entes extraterritoriales, fue sólo un episodio en la larga lista de expropiaciones militares a lo largo y lo ancho de todo Puerto Rico. La Autoridad de Tierras de Puerto Rico se estableció en parte para aliviar las condiciones de desamparo en los  que Muñoz Marín sabía que se encontraría el pueblo a raiz de la ola de  expropiaciones de terrenos para uso militar. Para  acallar los reclamos de los expropiados de Sabana Seca, Muñoz Marín pronunció un discurso en el reparto de tierras, probablemente muy similar al que se escuchara en los programas radiales de la época:

Los terrenos cercanos a este sitio han sido adquiridos por la Marina para establecer facilidades de defensa contra los enemigos que están atacando a la democracia en el mundo entero. Al adquirir la Marina estos terrenos, para los fines necesarios de defensa, muchos de ustedes están sufriendo el rigor de tener que mudarse de ellos. Esto representa molestias, trabajos, sacrificios de momento. Para aceptar este sacrificio sólo es necesario recordar que la defensa nacional es defensa de la democracia, que si la democracia fuera derrotada en el mundo, los cimientos representados por la pérdida entera de los derechos ciudadanos y humanos de ustedes serían mucho más serios y mucho más prolongados que los meros sacrificios de estos días.'

Note que Muñoz empleó las frase “sacrificios de momento”y “meros sacrificios de estos días”. En nuestro caso esos sacrificios han durado 68 años.

Hasta este momento las tierras más aptas para lograr un desarrollo económico favorable a nuestra región y a nuestro país no han sido transferidas al pueblo de Puerto Rico o a las comunidades, y si no ponemos empeño en su rescate, esos terrrenos se covertirán en una región económica  orientada a la satisfacción de necesidades que no tenemos. Así se perfila la situación tras el anuncio del propuesto desarrollo  de la llamada Riviera de Caribe, un complejo turístico  residencial elitista, cuyo atractivo principal promete ser un gran casino de calibre mundial que ocuparía 130,000 pies cuadrados. Nuestra región está asediada por la pobreza,  pero exigimos del gobierno que ponga fin a su reiterada práctica de querer convertir lujos en necesidades, y aficiones o debilidades de la mente en vicios. Quieren convertir nuestra región en una copia al carbón de Mónaco, La Riviera Francesa, o de Cancún. Esa copia al carbón clonará los mismos defectos de esos paraísos de juegos de azar. En Cancún, para sólo citar un ejemplo, de cada mil prostitutas, 300 son menores de edad. Es más fácil encontrar una taquería mexicana en Chicago o Nueva York que en Cancún, pues los emporios turisticos elitistas no se orientan a la satisfacción de las necesidades comerciales de los pequeños empresarios ni a satisfacer las necesidades de las comunidades.

En APRODEC hemos respaldado un centro de investigaciones, que está ausente en la nueva propuesta centrada en el proyecto “La Riviera del Caribe”. Necesitamos insertarnos en un ámbito económico mundial que ofrece ventajas de permanencia en el mercado a actividades relacionadas con el mercadeo de conocimientos y el desarrollo de nuevos productos que nacen como resultado de investigaciones y aplicaciones tecnológicas, que sólo son posibles cuando el foco de atención va dirigido a proteger lo que escasea en una isla pequeña, su tierra, a revivir lo que está en precario, sus costas, y a explotar lo que tenemos en abundancia, nuestra gente y sus recursos cerebrales. Los complejos turísticos acaparadores de nuestras tierras y recursos de agua no son bienvenidos y mucho menos cuando requieren extensiones de terrenos que no guardan proporción con la inyección económica a la región

 

Las nuevas generaciones no pueden tener como opción prioritaria convertise en vestidores de camas, meseros, croupiers o jardineros – ocupaciones muy dignas – sin antes proveerles la oportnidad de cultivar sus talentos y dones a través de una educación que propicie su desarrollo.

 

Nosotros en la Alianza pro Desarrollo de Ceiba (APRODEC) reclamamos que esas tierras pasen al control directo de los municipios de Ceiba y Naguabo o a un fideicomiso comunitario de la tierra. En cualquiera de los dos casos exigimos ser cogestores en la implantación de un modelo de desarrollo a tenor con nuestras necesidades.

 

Hagamos ahora un pequeño recuento histórico.

Los pueblos primitivos solían reunirse a hacer relatos orales de las historias que habían transformado a sus pueblos. En ese aspecto nos aventajaban. Hoy permitimos que sean otros los que interpreten nuestras necesidades y relaten nuestra historia, para hacernos creer que nada nos pertenece, que a nada tenemos derecho. Entendamos de una vez por todas que somos herederos de una tradición primitiva que nos invita a reunirnos para interpretar y evaluar nuestros problemas, y analizar sus raíces. Constituyámosnos hoy en asamblea de pueblo para oir un relato que ha transformado nuestras vidas en una dirección equivocada y pongamos nuestras miras en resolver colectivamente lo que la ocasión demanda.

Ya todos sabemos que las autoridades militares de la base Roosevelt Roads abandonaron oficialmente las operaciones militares el 31 de marzo de 2004. Si ignoramos la contaminación, los terrenos que podrían estar a disposición de las comunidades y del gobierno regresarían a un uso civil con algún valor agregado, pero los oficiales de gobierno, políticos, inversionistas y desarrolladores – atrincherados en la Autoridad del Portal del Futuro – se abrogan, con el mayor de los desparpajos, el derecho de controlar el destino final de los recursos que fueron usurpados al pueblo durante seis décadas. El servilismo del Portal del Futuro, rayano en la más abyecta de las sumisiones y en complicidad con el Departamento de la Defensa ha aceptado sin protestar la venta en subasta pública de los recursos que pertenecen al pueblo. Su último gesto de reclamo ocurre porque hay varios proyectos de ley en la Camara de Representantes y el Senado de los Estados Unidos que consideran transferir, libre de costo a las comunidades, los terrenos de las instalaciones militares cerradas. Están empleamdo sus cabilderos para lograr que los terrenos   de Roosevelt Roads no sean transferidos a las  comunidades

Los pueblos de Ceiba y Naguabo cuentan con recursos envidiables, pero de nada sirven si no están en nuestras manos. Cualquiera que haya visitado ciudades portuarias de nuestro país o del extranjero sabe que las ciudades con recursos costeros como las de Ceiba y Naguabo son el eje alrededor del cual gira la economía de la región. Sin embargo, en nuestro caso los recursos costeros que para otras ciudades han sido fuentes de riquezas, para nosotros han resultado en la tentación que condujo a su dominio por fuerzas extraterritoriales. Y ahora, para desgracia nuestra, tras el cese de operaciones de La Armada estadounidense, nuestras tierras siguen siendo el foco de tentación de un gobierno que es rápido en el reflejo de acaparamiento, pero lento en la reivindicación de los derechos comunitarios.

Los detalles íntimos y desgarradores de un desalojo de tierras que ha afectado negativamente la vida de varias generaciones pueden servir de radiografía a la crudeza en el trato de la Marina de Guerra de los Estados Unidos hacia las comunidades pobres de Ceiba y Naguabo. Baste señalar un hecho histórico caricaturesco: al menos 1300 cuerdas de las 8600 que controlaba la Marina fueron cedidas por el gobierno de Puerto Rico al precio nominal de nueve centavos la cuerda y otras tantas fueron el regalo de un país pobre a una nación rica, que convenció a nuestro gobierno de la posibilidad de caer víctima de Hitler durante la Segunda Guerra Mundial . Los terrenos restantes fueron adquiridos mediante expropiaciones sumarias: un militar ciñendo pistola y con fusil al hombro se presentaba al dueño del terreno y con un cheque en mano, que en el caso de familias pobres usualmente oscilaba entre 20 y 75 dólares, ordenaba el desalojo en 24 horas. Otros terrenos, en manos de sus legítimos dueños, familias pobres – para las cuales el sistema gubernamental tercermundista no proveía formas adecuadas de registro de título – fueron incautadas so color de autoridad. Se trata de alrededor 8600cuerdas con una dotación de agua de siete millones de galones diarios, 42 km  de costas, 11 playas y un área de 30 millas cuadradas para el anclaje de barcos.

Todos estos recursos y el litoral costero, conjuntamente con la isla de Vieques se alquilaba a otros países y a firmas comerciales para sesiones de prueba de nuevos armamentos y equipos bélicos. Por este solo concepto la Marina recibía alrededor de 80 millones de dólares anuales. La Marina recibía el servicio de cerca de 900 contratistas que se negaron a pagar patentes municipales durante más de cincuenta años. El Portal del Futuro, designado por la Marina como la Autoridad Local de Desarrollo pretende mejorar este esquema de saqueo que se prolongó por alrededor de sesenta años, convirtiendo los terrenos que abandona la Marina, para todo propósito práctico, en un nuevo municipio bajo el nombre engañoso de Distrito Especial de Roosevelt Roads, que tendría más poderes fiscales que los municipios de Ceiba y Naguabo y el poder absoluto para su ordenamiento territorial. 

Lamentamos que el Departamento de Defensa y los que pretenden dirigir antidemocráticamente el proceso de redesarrollo de las tierras, que ha ocupado la base durante los últimos 68 años, no nos hayan dado la oportunidad de proveer una visión de desarrollo sencilla, medible a escala humana, del tipo de desarrollo que queremos los residentes de Ceiba y Naguabo. Más aún, nos quieren negar la oportunidad de que seamos dueños de unos terrenos que legal y moralmente pertenecen a las comunidades. Pegúntele a Don Luis Angel Velázquez, que debe encontrarse entre nosotros, cuanto dinero le dieron a su padre por el islote de tres cuerdas que ocupaba su familia y le dirá: “Sólo 75 dólares”

Esta instalación militar, en  cuya entrada estamos hoy reunidos, dotada de envidiables recursos cuenta con 1340 edificios, de los cuales ni siquiera la escuela han querido transferir a la comunidad de Ceiba.

El conocimiento histórico de las circunstancias mezquinas que propiciaron la entrega de nuestro patrimonio nos obliga moralmente a agregar nuestro propio ingrediente al estoicismo y tolerancia de nuestros padres y abuelos: la convicción firme de que seguiremos luchando sin tregua en el reclamo de los terrenos expropiados por la  Marina y por  participación en las decisiones que definan el rumbo del desarrollo de nuestras tierras. Estamos seguros de que nuestra lucha se convertirá en una lucha emblemática que trascenderá los límites geográficos de Ceiba y Naguabo.

En honor a todas las familias que en la década del cuarenta sufrieron vejámenes al ser desplazados sumariamente de sus hogares les aseguramos que de aquí en adelante estaremos en una lucha continua para recuperar nuestras tierras y que los  que quieren acaparar nuestras tierras tendrán que enfrentar una lucha emblemática de proporciones similares a las que tuvo el pueblo de Vieques.

Las tierras que reclamamos no son un botín ni para el gobierno ni para el inversionismo descabellado que no sabe hacer proyectos medibles a escala humana. Decimos NO a la venta en subasta pública del patrimonio del pueblo y NO a una Riviera del Caribe. Las tierras son nuestras y las defenderemos de quien sea para asegurar un desarrollo sustentable para nuestros pueblos de Naguabo y Ceiba y para todo Puerto Rico. Necesitamos  desarrollarlar estas tierras a tono con nuestras necesidades.

Este es un momento para reclamar la unidad, no sólo  de los pueblos de Naguabo y Ceiba, sino de todo Puerto Rico, pues estamos constituidos en una asmblea de país. Nada más atinente que citar y en parte parafrasear a José Martí: “Los pueblos que no se conocen han de darse prisa para conocerse, como quienes van a pelear juntos…… Ya no podemos ser el pueblo de hojas, que vive en el aire, con la copa cargada de flor y frutos, restallando o zumbando, según la acaricie el capricho de los intereses ajenos, o la tundan y talen las tempestades; ¡los árboles se han de poner en fila, para que no pase el gigante gubernamental con sus botas de siete leguas! Es la hora del recuento y la marcha en unidad, y hemos de andar en cuadro apretado, como las raíces en el bosque del Yunque puertorriqueño.

 

Conoce la Verdad

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Foro sobre la Riviera del Caribe.                Video 1
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 De la boca del director

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